Estas sustancias químicas pueden ser un riesgo para la salud del aplicador, su familia, el consumidor y el ambiente.
Pueden producir intoxicaciones e incluso la muerte de una persona pudiendo penetrar al organismo por diferentes vías como la piel, los pulmones, los ojos o por ingestión. Las consecuencias varían según la cantidad de agroquímico que haya penetrado.
El riesgo puede ser definido como la probabilidad de que algo no deseado ocurra, o la característica propia de una sustancia que potencialmente puede producir un daño o un efecto adverso negativo para la salud. Esta posibilidad está en relación directa con la toxicidad de la sustancia y el nivel (magnitud y tiempo) de exposición a la misma.
Los agroquímicos no son una realidad reciente, y es sabido por todos los involucrados en el sector productivo que aún el menos tóxico de estos productos entraña un peligro, por lo que productores y técnicos son responsables del correcto uso y manipulación de los mismos. Todos los agroquímicos son venenos.
Lograr que los alimentos sean saludables e inocuos (que no causen daños) es responsabilidad directa de quienes los producen, elaboran, distribuyen, comercializan y emplean; como así también de los organismos de control que deben ejercer las acciones necesarias para reducir o minimizar los riesgos reales y potenciales para la salud.